viernes, 14 de septiembre de 2012

La Vuelta no será a ninguna parte.

"DÉJENLO TODO, NUEVAMENTE
LÁNCENSE A LOS CAMINOS" Roberto Bolaño.

"Quedaban ante ti el cielo nublado y la sensación de mucho frío, de abandono, de una lejanía de todas partes. Faltaban el viaje a casa en hora pico y el regaño de tus padres, y aguantar de pie tanto tiempo ya sonaba a gesta imposible. No sabías que al despedirte de él y de los últimos amigos que quedaban ese día en la escuela, traspasar la reja y caminar la callejuela en dirección al metro, ya nada sería igual. Era la primera parte de un ritual doloroso: el exilio de la Ciudad. Ni te imaginabas que el siguiente paso (la nueva escuela, la rendición un poco ante lo inevitable, esa soledad dolorosa de no abandonar las convicciones, los días soleados e insolentes) iban a mellar tanto y tan rápido en el que alguna vez entendió las posibilidades del azar, porque los que se enamoran y se enteran que nunca más estarán solos son así, necesariamente creyentes de un mundo mejor. Y después de los errores, de la intolerancia, de la derrota, del fracaso, de los bellos días de poderlo todo y del amor, quedó ese borrador de persona que eras tú, el autómata que abandona sus esperanzas de regresar a lo que ya no iba a ser. Porque tú y yo sabemos que regresar no existe. Que los lugares, las personas, los rostros y las oportunidades ocurren y ya, después seguirán siendo o no. Pero repetirlo todo como era antes es imposible. Y que serán mejor los recuerdos bien guardados y la memoria sólida para seguir andando. Por eso un día volviste sin volver. Regresaste a tu ciudad como quién no espera nada ya. Y entonces volviste a creer. Y entonces supiste que el exilio se había terminado, que la Siberia emocional dejaba manchas de tristeza en todo tu cuerpo y que sin embargo, con cicatrices y todo, con más años y todo, allí estabas. Otra vez. El regreso a la misma ciudad."


No es en ningún caso el regreso a lo que fuimos, ni mucho menos. Pero sí es el regreso a la Ciudad. La que supo ser nuestra y siempre tiene lugar para todos. Y entonces decidí que este blog necesitaba resucitar, porque hay que morirse muchas veces para revivir otras tantas. Para tomar una bocanada de aire y sentir de nuevo la respiración de uno mismo cuando se ve al espejo.

Ya no somos los que éramos hace dos años con dos meses atrás. Pero seguimos siendo nosotros. Y con eso basta para volver al ruedo, para salvarnos del destino aburrido y monótono, para cumplir con uno mismo y para que si algún día a ti te toca volver, estemos preparados para la siguiente batalla: la de los cuerpos, la del amor, la de la posibilidad de poder ser Nosotros, esa mayúscula tan poderosa.

Y entonces revivir, y que no queden dudas.

Y entonces ahora sí seguir andando.

Por fin.