viernes, 25 de julio de 2014

The good old days

Para mí las buenas épocas se distinguen porque fueron aquel par de semanas en que podías llegar a Casa Nico y ver una película con J. o con K. y después, si no era muy tarde, salir a comer y quizás, si era jueves o viernes, tomarse unas cañas en uno de esos lugares tranquilos, oscuros y discretos donde te ponían a Chet Baker y se podía conversar y reír toda la noche, o por lo menos hasta que una buena chica o un muchacho hermoso elevaran la apuesta y cualquier día se convirtiera en uno para recordar cuando nos pusiéramos viejos o cuando nos preguntaran cuáles eran —cuales fueron— las buenas épocas.