martes, 2 de octubre de 2012

No olvides

Otro pinche año. Van 44 y aun no sabemos cuántos, dónde fueron a parar aquellos cuerpos. Hombres y mujeres (jóvenes, estudiantes, idealistas) que no se permitieron aceptar el destino que los poderosos (trajes negros, camionetas blindadas, gorilas guardaespaldas) le habían impuesto a todo aquel que no estuviera conforme con su miseria. Que después de la memoria viene la justicia y eso en México es pedir mucho. Porque hoy volvió a ganar el mismo partido de la misma gente que mandaba con terror y mano dura aquellos años.

Qué gobierno maldito aquel que manda a asesinar a sus estudiantes. Que los encarcela. Que los tortura. Que tiene a su pueblo bajo la amnesia obligatoria. Ese, el país del PRI. El de los saqueadores. El de los hijos de puta. El que vuelve a la presidencia este año de la mano de la modernidad que no es más que la burda careta que oculta al dinosaurio.
Por eso la proclama de siempre, la que por repetida no debe perder valor: 2 de octubre no se olvida. Aunque ahora los encubridores oficiales pongan una cápsula de dos minutos, esos medios de comunicación que hablan de apertura y libertad y en aquellos días callaron bajo el más despreciable silencio, el silencio de los cómplices. No podemos olvidar, y sin embargo el 2 de octubre no es una fecha y ya. No es algo que paso y ya. Es un símbolo, un suceso devastador. Es la concentración de los cientoveintitantos días de movimiento estudiantil, es la derrota hecha momento histórico, es saber que los justos nunca ganarán y que la victoria se la llevan siempre los que hacen del poder su arma preferida para el olvido. No puede ser una fecha porque es muchas cosas más: es Lecumberri, es dolor, es impotencia, es miedo, es frío que cala y no deja dormir, es sudor en noches eternas. No entendieron que no querían Juegos sino Revolución.
Es también una herida: cuántos de los que no estuvimos allí crecimos sabiendo que había pasado algo que superaba todas las situaciones, todas las certezas, todas las palabras, y sólo quedaban el llanto y los desaparecidos. Sólo quedaban la cabeza gacha de los que sobrevivieron y las dudas eternas de los amigos que nunca más volvimos a ver. Y digo volvimos, una primera persona plural necesaria, porque octubre 2 no es una fecha: es una identificación, también. Es la defensa de la memoria. Es la posibilidad de que la derrota no puede ser definitiva aunque nos lo hayan repetido siempre. Aunque sigan haciéndolo, ahora desde las Cámaras y con reformas que son puñaladas en la espalda. 
No es una fecha, es el dolor latente de que hubo un día en que ellos determinaron las reglas macabras del juego. El crimen de un puñado de gente que hoy sigue mandando, con otros nombres y con otras máscaras. Con igual impunidad y cinismo. 
No olvidar significa seguir combatiendo contra todo eso. No es fácil y nunca lo ha sido. Tenemos, detrás nuestro, el aliento de todos esos amorosos fantasmas que fueron callados de golpe y mano firme. La mano que tendía aquel sucio presidente. Ese es el mensaje, entonces: no olvidar significa seguir creyendo que no fue en vano. Que todas esas voces rotas y ensangrentadas tendrán una defensa digna y verdadera. Que los ausentes no lo serán más.
Que la Plaza será un lugar de reunión y recuerdo, de compromiso y justicia.

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