domingo, 15 de junio de 2014

Día del Padre

Soñé que viajaba al pasado y me encontraba con mi padre cuando él tenía mi edad —21 años.

Estaba hojeando libros en una librería de viejo en Donceles. Hacía un día soleado y yo era apenas un observador ajeno a esa realidad. Mi padre se compró varios libros, pero no le alcanzó para un último; a él —al muchacho que estudiaba en la Superior de Física y Matemáticas a pesar de las quejas de mis abuelos— no le alcanzaba para comprar un libro más. Costaba 10 ó 20 pesos (con los famosos tres ceros de más) y él no podía pagarlos.

Antes de que otra cosa sucediera, desperté, con los ojos húmedos. Estaba llorando.

Tengo ganas de regresar, algún día —alguna noche— a ese sueño y decirle a mi padre que resista: que faltarán pocos días para que conozca a mi madre y que después no le hará falta dinero para comprarse ese libro y otros libros, muchos más. Que un día toda esa biblioteca pasará a manos de su hijo y que, cuando vea en una estantería el mismo libro que no pudo comprar, esta vez se lo lleve en edición especial.

Pero no hace falta. Mi padre lo hizo. Y aquí estamos, comentando un sábado a la hora de la cena los libros que hemos leído últimamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario